Organizmo
Hoy en día es difícil ejercer la arquitectura sin tener en cuenta que la construcción es uno de los sectores más contaminantes del mundo. Por eso, vemos muchas oficinas, estudios y profesionales del sector adoptando estrategias para reducir su impacto ambiental.
El diseño de edificios con una menor huella de carbono, la reutilización de estructuras existentes para evitar nuevas demoliciones, la implementación de fuentes de energía natural, y la selección de materiales con ciclos de vida sostenibles son prácticas cada vez más presentes. Todo con el objetivo de hacer que la arquitectura sea más responsable con el planeta. En contraste, la colombiana Ana María Gutiérrez eligió un camino mucho más directo y práctico, profundamente ligado al hacer con las manos y al trabajo en comunidad.
Ana Maria estudió arquitectura en la Universidad de los Andes, luego en Parsons School of Design y NYU en Nueva York, donde también trabajó en grandes oficinas. Regresó a Colombia y en 2008 fundó la Fundación Organizmo en Tenjo, Cundinamarca, junto al paisajista Itamar Sela.
Organizmo es un centro de diseño, capacitación y experimentación en cinco técnicas principales: superadobe (earthbag), reciclaje de botellas PET, muros y techos verdes, fardos de paja y muros de tierra. En donde ejerce su vocación por una arquitectura que regenere en lugar de destruir.
Desde entonces, su trabajo entrelaza territorio, cultura y saberes ancestrales. Tras formarse en bioconstrucción en Brasil y otros países latinoamericanos, hoy su prioridad es impulsar la enseñanza y la experimentación desde una perspectiva de bajo impacto, autonomía y regeneración.
Ana María ha trabajado con comunidades indígenas en zonas como el Amazonas, La Guajira, Chocó y la Orinoquía, desarrollando proyectos de vivienda, espacios rituales y educativos. Un ejemplo emblemático es la Casa del Pensamiento, una estructura construida colectivamente que recupera lógicas espaciales ancestrales y funciona como lugar de encuentro, diálogo espiritual y transmisión de saberes.
Su enfoque va más allá de lo constructivo. A través de talleres, residencias y programas formativos, ha capacitado a líderes comunitarios en técnicas de autoconstrucción, promoviendo también la agroecología, la medicina ancestral, el arte y la cocina tradicional. Todo ello con el objetivo de sanar territorios y fortalecer identidades culturales desde lo local.
Consciente del daño ambiental y cultural del modelo contemporáneo, Ana María plantea una arquitectura distinta: una que escuche, cuide y regenere. Desde Organizmo, sigue explorando un nuevo cohabitar donde el espacio construya comunidad, memoria y respeto mutuo entre humanos, territorios y otras formas de vida.