Cazar la Sombra: Refracciones y Reflexiones del Pensar Creativo de Guillermo Arias
Desde el 14 de septiembre, Cazar la Sombra, la más reciente exposición de Guillermo Arias, se exhibió en NC Diseño. La muestra, curada por Mónica Barreneche, es un viaje sensorial que invita al visitante a explorar la conexión entre la luz, la sombra y la materialidad en la obra de este arquitecto y diseñador colombiano. La experiencia de recorrer los espacios diseñados por Arias es como adentrarse en un mundo paralelo donde cada elemento —ya sea una lámpara, una banca o una escalera suspendida— cuenta una historia que se ilumina y se oscurece según el ángulo desde el que se observe. La disposición de las piezas y la atmósfera controlada crean un ritmo pausado que guía al usuario de un espacio a otro, permitiéndole frenar en los detalles y apreciar la transformación de los materiales bajo distintas luces.
Guillermo Arias, nacido en Bogotá en 1960, es reconocido por su enfoque único que combina lo artesanal con lo industrial. En Cazar la Sombra, Arias nos muestra la culminación de años de experimentación con materiales como el mármol, el bronce y la madera recuperada, logrando crear piezas que trascienden lo puramente funcional para convertirse en arte que habita el espacio. Al caminar por las salas de la exposición, te sumerges en un diálogo continuo entre la luz y la sombra, donde cada obra parece hablar en susurros, guiándote de un espacio a otro.
La primera sala recibe una serie de lámparas de ónix que emiten una luz cálida. Esta luz, combinada con el fondo terracota de las paredes, genera un ambiente envolvente que invita a detenerse y observar cómo cada pieza cambia según la hora del día. La relación entre la luz natural que entra por las ventanas filtradas y la iluminación de las piezas hace consciente del paso del tiempo, mientras las sombras juegan con la percepción.
Avanzando en el recorrido, se llega a una serie de lámparas colgantes. Estas piezas suspendidas son mucho más que simples objetos de diseño; son esculturas luminosas que transforman el espacio. Aquí, el uso del bronce y el ónix en tonos cálidos refuerza esa idea de que la luz no solo es una fuente de iluminación, sino también un material que se puede moldear y con el cual se puede jugar.
Una de las piezas más impactantes es la escalera helicoidal, una estructura minimalista de hierro oxidado que, con sus líneas sencillas, se convierte en un puente entre el arte y la funcionalidad. La luz que se proyecta sobre ella resalta cada peldaño, creando una silueta que contrasta con el material. Esta pieza, como muchas otras en la exposición, refleja el rigor y la precisión con los que Arias trabaja.
El recorrido continúa hacia una sala más amplia, donde la banca de hierro curva está sobre un suelo de piedras. La luz natural que entra por las ventanas crea un juego de sombras que resalta las formas geométricas de la pieza. Es particularmente interesante cómo convierte un objeto cotidiano, como una baranda de balcón, en una banca, reinterpretando un elemento arquitectónico común y dándole una nueva función y presencia escultórica dentro del espacio.
Cazar la Sombra no es solo una exposición de diseño, es una reflexión sobre el paso del tiempo y la relación entre el ser humano y los objetos que habitan su entorno. Arias nos invita a cuestionar nuestra percepción de la luz y la sombra, y cómo estos elementos interactúan con los materiales que nos rodean. Cada obra es una celebración del detalle, de la precisión y del arte de hacer que lo funcional se transforme en algo sublime.
El trabajo de Guillermo Arias en esta exposición no solo destaca su habilidad técnica y artística, sino también su capacidad para crear piezas que habitan el espacio de manera única, generando una experiencia envolvente para el espectador. En Cazar la Sombra, Arias nos recuerda que el diseño es una forma de arte en la que la luz y la sombra son protagonistas, y donde cada detalle cuenta una historia que nos invita a detenernos, observar y, sobre todo, sentir.
Pero la experiencia no termina en las piezas. La casa donde se exhibe la muestra, ubicada en el barrio La Macarena, le da un carácter aún más especial. Es un lugar que visito con frecuencia, ya sea para comer en La Monferrina o recorrer alguna de las galerías vecinas. Siempre es un buen plan caminar por esta zona de Bogotá, y esta exposición lo confirma. La casa, declarada patrimonio arquitectónico, es un espacio único que ha sido adaptado como Design House, y con esta muestra se transforma completamente. No es solo una galería donde las obras están en exhibición, sino un espacio que se moldea con la materialidad, la luz y el color, logrando que la experiencia sea personal, casi inmersiva. En cada espacio, la luz controlada, la textura de los materiales y los contrastes cromáticos intensifican las sensaciones. Ese es el verdadero acierto de Cazar la Sombra: no solo ver el diseño, sino habitarlo, entenderlo desde la emoción y la percepción sensorial, tal como fue pensado.